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En 1815 entró en el puerto de Manila una fragata llamada Magallanes. Su llegada marcaba el fin de una institución del Imperio español que había estado en funcionamiento durante dos siglos y medio y que tuvo una importancia extraordinaria en el mundo de las rutas comerciales, el Galeón de Manila.

El origen de esta ruta se remonta indirectamente al reinado de los Reyes Católicos y antes incluso. A finales de la Edad Media una gran preocupación de Europa fue la búsqueda de rutas comerciales que le permitieran conseguir las apreciadas especias que venían de Asia. La conquista de Constantinopla en 1453 a manos de los turcos provocó que el comercio de esta mercancía fuera más peligroso y se encareciera. Las potencias se lanzaron en la búsqueda de nuevas rutas que no estuvieran controladas por los otomanos. Portugal tomó la delantera y consiguió llegar hasta la India al bordear África. España se sumó a esta carrera pero puso rumbo al oeste. Su ruta se vio entorpecida por algo que nadie esperaba, el descubrimiento de un nuevo continente. Aunque en un primer momento se pensó que eran las Indias, luego se vio que era un nuevo mundo, América.

A pesar del hallazgo, España quería comerciar directamente con Asia pero había una dificultad. En 1494, los Reyes Católicos y Juan II de Portugal suscribieron el Tratado de Tordesillas. Según éste, ni los españoles se expandirían hacia el este ni los portugueses hacia el oeste tomando como referencia un meridiano marcado a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Es entonces cuando, ya reinando Carlos I, aparece la figura de Fernando de Magallanes. El navegante portugués le ofreció al Hasburgo alcanzar Asia y las Islas de la Especiería yendo hacia el oeste y sin pasar por la zona de influencia portuguesa.

Fray Andrés de Urdaneta, OSA. Fuente

El monarca aceptó la expedición y en 1519 comenzó la que sería primera vuelta al mundo. Con muchas dificultades, la expedición llegó a las Molucas, las Islas de la Especiería, aunque en el camino dejaron naves y la vida de numerosos miembros, incluido el propio Magallanes. Cuando la única nave superviviente, dirigida por Juan Sebastián Elcano, llegó a España, surgió la idea de disputar el dominio a Portugal el dominio de estos territorios. Para ello se mandó una expedición militar a conquistar las islas Molucas dirigida por García Jofre de Loaísa y en la que participó Elcano. De las siete naves enviadas, sólo una llegó al archipiélago y por el camino fallecieron tanto Loaísa como Elcano. Sin embargo eso no impidió que durante años los españoles que llegaron lucharan para cumplir las órdenes de Carlos I. No tuvo éxito pues, al final, el monarca tuvo que llegar a un acuerdo y las Molucas quedaron en manos portuguesas. No obstante, en esta expedición aparece un nombre destacado. Andrés de Urdaneta. Por entonces era un joven guipuzcoano y uno de los que firmaron el testamento de Elcano. Los años que pasó fuera de España demostraron ser cruciales más adelante.

A pesar de este contratiempo, España no se resignaba a no comerciar con Asia. Ya tenía puertos en la costa americana del Pacífico y los barcos podían cruzar el Pacífico pero no habían descubierto ninguna ruta para hacer el tornaviaje, el viaje de vuelta a América. Su búsqueda se convirtió en una prioridad máxima pero hubo que esperar hasta 1565 para que el esfuerzo tuviera su recompensa gracias a Urdaneta, quien defendía que era posible cruzar el Pacífico de vuelta a América.

En 1564 partió del actual México una nueva expedición dirigida por Miguel de Legazpi y en la que se encontraba Urdaneta, quien para entonces era un fraile agustino en Ciudad de México. Aunque Legazpi no parecía la persona más adecuada para dirigir a los españoles porque ya tenía unos 60 años y poca experiencia en este tipo de empresas, sin embargo fue todo un acierto. Gracias a sus buenas dotes conquistó para España lo que ahora conocemos como las Filipinas y fundó ciudades en el archipiélago, incluida su capital, Manila.

Una vez que la expedición llegó a las islas, comenzaron los preparativos para buscar la ruta de vuelta a América. Se preparó el mayor barco que habían llevado, la nao San Pedro, con todo lo necesario para el largo y desconocido viaje. Había llegado la hora de ver si las afirmaciones de Andrés de Urdaneta eran correctas. Él mismo formaba parte de la tripulación y se convirtió en el encargado de que la expedición fuera un éxito al hacerse prácticamente cargo de la nave.

Partieron de la isla de Cebú el 1 de junio de 1565. Pusieron rumbo noreste y después de un accidentado viaje con dieciséis fallecidos, el 18 de septiembre avistaron las costas de la actual California. Bordearon la costa americana hacia el sur hasta que el 1 de octubre la San Pedro entró en el puerto de Acapulco. Cuando llegaron descubrieron que también había vuelto otro barco de la expedición a las Filipinas que se había separado del grupo hacía tiempo, pero se le acusó de haberse aprovechado de la información que tenía Urdaneta y los tripulantes no daban información precisa sobre cómo había conseguido volver. En cualquier caso, gracias al viaje de Urdaneta y la información que proporcionó el agustino, los españoles encontraron la ruta que unía Asia con América al seguir la conocida actualmente como corriente marina de Kuroshio. Con esto se creó el Galeón de Manila.

Ruta del Galeón de Manila de ida (gris) y vuelta (rojo). Fuente

Conocido también como Galeón de Acapulco y Nao de China, el Galeón estableció una ruta marítima entre las Filipinas y el Virreinato de Nueva España, del cual dependían aquellas, desde 1565, aunque es en 1571 cuando se hacen viajes con regularidad, hasta 1815. Estaba bajo la protección de la Corona, que se encargó de regular su actividad y características al convertirlo en monopolio en 1593, y durante sus años en activo se convirtió en un elemento indispensable para el comercio dentro del Imperio español. Aunque se conoce como Galeón y es mencionado frecuentemente así, se emplearon diferentes tipos de barcos para el viaje.

El Pacífico se convirtió en un lugar de intercambio de todo tipo de mercancías. Cuando el Galeón partía de Manila, llevaba con él productos traídos de países vecinos como Japón, la India, China, como seda, marfil, lacas, porcelanas, alfombras, algodón, cera, mantas y canela. A su regreso de Acapulco, el Galeón llevaba plata y una asignación en metálico dado desde el Virreinato. Ambas eran fundamentales para costear los gastos que había en las Filipinas y financiar, entre otros elementos, construcciones y el aparato burocrático. Junto al metal precioso se mandaban animales y plantas como maíz, tabaco, cacao y tomates. Tampoco se pueden olvidar las personas que cruzaban el Pacífico, desde gente que buscaba una nueva vida en las Filipinas hasta soldados, mercaderes y religiosos en misión de evangelizar aquella parte del mundo.

El Galeón de Manila se convirtió en toda una institución dentro del Imperio español. Su entrada en los puertos de Acapulco y Manila era el acontecimiento más importante del año para ambas ciudades. El viaje duraba varios meses ya que requería tener a favor tanto los vientos como las corrientes marinas. Además, constituía una pieza fundamental para unir las Filipinas con la Península de manera que se puede hablar de una ruta comercial que enlazaba ambos territorios formada por la Carrera de Indias, que unía España con América, los caminos por tierra para unir los puertos atlánticos y pacíficos, y la Carrera de Filipinas.

Recreación de naves empleadas en el Galeón. Fuente

Durante los 250 años que funcionó el Galeón se emplearon 192 barcos y los capturados no llegaron ni al 10% del total de las naves empleadas, a pesar de que, a diferencia de la Flota de Indias, no contaban con una escolta naval salvo en momentos de especial peligro por las guerras. En todos los casos los asaltantes fueron ingleses y holandeses. No obstante, el trayecto por el Pacífico era muy peligroso y se perdieron por causas naturales más de veinte naves.  

En 1765 el Galeón de Manila comenzó a perder importancia ya que se empezaron a realizar viajes directos entre las Filipinas y la Península, a pesar de las protestas que esto provocó. Este cambio tuvo un importante respaldo con la creación de la Real Compañía de Filipinas en 1785, para unir comercialmente Cádiz y Manila. No obstante, el Galeón continuó su actividad en las siguientes décadas hasta que en la insurrección mexicana en el siglo XIX puso fin a esta ruta. En 1811 la Magallanes tuvo problemas para descargar su mercancía en el tradicional puerto de Acapulco y tuvo que hacerlo en el de San Blas. Además, sus productos se vendieron a un precio muy bajo. Las Cortes de Cádiz dieron el golpe de gracia al Galeón junto con los primeros años del reinado de Fernando VII, pues se decretó su supresión al permitirse el comercio con barcos particulares y abrirse nuevos puertos para el comercio entre Filipinas e Hispanoamérica.

En 1815 entró en Manila la Magallanes sin cargamento después de que rebeldes mexicanos hubieran requisado la plata que habían conseguido con la venta. Su entrada en Manila marcó el fin de una de las rutas comerciales más importantes de la Historia.

Bibliografía

CARRERA STAMPA, M. «La Nao de la China»: http://aleph.academica.mx/jspui/bitstream/56789/29411/1/09-033-1959-0097.pdf

El Galeón de Manila. La ruta española que unió tres continentes: https://fundacionmuseonaval.com/el-galeon-de-manila-la-ruta-espanola-que-unio-tres-continentes.html¡

JUAN FERRAGUT, M. «El Galeón de Manila»: https://armada.defensa.gob.es/archivo/mardigitalrevistas/cuadernosihcn/66cuaderno/cap02.pdf

GÓMEZ, S. «El Galeón de Manila en el siglo XVIII. Navíos en la Carrera de Filipinas»: https://www.todoababor.es/historia/galeon-de-manila-siglo-xviii-navios-carrera-de-filipinas/

SIERRA DE LA CALLE, B. «La Expedición de Legazpi-Urdaneta (1564-1565). El Tornaviaje y sus frutos»: https://armada.defensa.gob.es/archivo/mardigitalrevistas/cuadernosihcn/58cuaderno/cap05.pdf