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En el anterior artículo vimos cómo la Historia de España había quedado recogida en algo tan peculiar como la titulatura utilizada por los reyes españoles. Así, uno de los grandes episodios que dejó un extraordinario impacto fue la Reconquista. Sin embargo, mientras esto ocurría, los reinos cristianos también decidieron ir más allá de las fronteras de la Península y territorios tradicionalmente unidos a ésta. Esta expansión ha quedado también recogida en esa titulatura, una expansión que marcó a España durante siglos.

La expansión por el Mediterráneo

La Corona de Aragón en el Mediterráneo

La primera Corona que rompió con los límites penínsulares fue Aragón. Esta Corona ya había salido de la Península en sí en su campaña por conquistar las islas Baleares y hacerse con el control de los condados pirenaicos del Rosellón y la Cerdaña. Esta dinámica se acentuó con el paso de los años, y primero se dirigió hacia el sur de Francia por los vínculos que los monarcas aragoneses tuvieron ese territorio debido a los enlaces matrimoniales. De esto no ha quedado ningún rastro en los títulos reales. Al perderse la oportunidad de expandirse más allá de los Pirineos, Aragón se volcó hacia el este, con lo cual incorporaría los reinos de Jerusalén, las Dos Sicilias, Cerdeña y Córcega; los ducados de Milán, Atenas y Neopatria; y los marquesados del Oristán y Gocíano.

Aragón en Italia

Italia se convirtió en un lugar muy atractivo para las potencias europeas, las cuales quería tenerla dentro de sus dominios, o al menos bajo su influencia. En un primer momento los más interesados fueron el Sacro Imperio Romano Germánico y Francia, pero se sumó otra tercera potencia gracias a los vínculos matrimoniales, Aragón.

El primer territorio que quedaría en manos aragonesas fue Sicilia, pues la isla había solicitado la ayuda a Aragón frente a los franceses en 1282. En el suceso conocido como «las Vísperas sicilianas», la población local se alzó contra su entonces rey Carlos de Anjou y solicitaron la ayuda de Pedro III de Aragón, quien estaba casado con Constanza, hija del antiguo rey de Sicilia y Nápoles Manfredo, el cual había muerto en una guerra contra Carlos. Esta intervención provocó años de guerra que no se solucionaron hasta 1302, cuando Sicilia quedó en manos de un miembro de la Casa real aragonesa, Fadrique. Los reyes de Aragón no volverían a serlo de Sicilia hasta que el monarca Martín I quedó como el único heredero legítimo de Sicilia.

Aún faltó bastante tiempo para que la «otra Sicilia», Nápoles, pasara a formar parte de la Corona de Aragón, pues había quedado en manos de los Anjou. El primer monarca en reinar efectivamente sobre Nápoles fue Alfonso V de Aragón quien conquistó el reino en 1442. Sin embargo, no lo incorporó como tal a la Corona y quedó independiente de Aragón tras su muerte. Francia quería por todos los medios hacerse de nuevo con ese reino e incluso durante un tiempo Nápoles quedó bajo su control. Sin embargo, a finales del siglo XV Fernando el Católico puso su vista en el sur de Italia y, amparándose en ser sobrino de Alfonso V, mandó a la conquista de aquel territorio al Gran Capitán. El militar fue el encargado de su conquista definitiva y de que, por tanto, las dos Sicilias pasaran a manos de los reyes españoles.

Además, con el título de Nápoles había ligado otro título de una gran importancia simbólica, el de rey de Jerusalén. El ya mencionado Carlos de Anjou había comprado los derechos al trono jerosolimitano y quedaron así ligados a la realeza napolitana. Por eso, con la conquista de Nápoles ese título pasó a la Corona española.

Nápoles no fue el único territorio italiano importante que España y Francia se disputaron. En el norte se abrió otra oportunidad para ambos con el ducado de Milán, uno de los más importantes de Italia. Francia fue el primero en intentar conseguir controlar ese territorio y lo consiguió dos veces. Sin embargo, tras la muerte del último duque independiente de Milán de la familia Sforza en 1535, además del rey de Francia había otro interesado en hacerse con el ducado, el emperador Carlos V. Tras años de guerra se impuso éste y se lo concedió a su hijo, el futuro Felipe II. Con esto pasó a formar parte tanto de los dominios españoles y de los títulos de los reyes.

En el marco de esta expansión por Italia hay que incluir las conquistas de las islas de Córcega y Cerdeña. La primera fue reclamada por Pedro III y Jaime II de Aragón recibió el título de rey de esa isla y Cerdeña en 1297 por el papa. Sin embargo,  la Corona aragonesa no tuvo tanta suerte con esta ínsula porque, salvo algunos años del siglo XV, no formó parte de ella. Mejor suerte hubo con la segunda isla pues, aunque costó mucho que los habitantes reconocieran el dominio aragonés, Martín I lo logró en 1420 y Alfonso V lo consolidó definitivamente. Además, en la isla sarda había dos marquesados, Oristán y Gocíano, que fueron incorporados a la titulatura real gracias a los Reyes Católicos después de que se hubieran rebelado y hubieran sido derrotados por el rey de Aragón Juan II.

En la parte oriental del Mediterráneo

Uno de los acontecimientos más llamativos de la Baja Edad Media en el Mediterráneo oriental fue la llegada a Constantinopla de la Gran Compañía catalana en 1303. Era una compañía de almogávares, mercenarios procedentes de la Corona de Aragón que, bajo el liderazgo de Roger de Flor, se pusieron al servicio de los emperadores de Bizancio. Éstos buscaban ayuda militar para poder hacer frente al imparable avance de los turcos por Anatolia, los cuales estaban conquistando el Imperio bizantino.

Los almogávares respondieron a la llamada de auxilio y se dedicaron a cumplir su misión con gran efectividad, pues consiguieron asestar duros golpes a los turcos. Sin embargo, una parte de la sociedad bizantina no veía con buenos ojos a esta compañía, ni sus métodos, ni el prestigio y poder que estaban ganando. Por eso, en un momento se decidió acabar con ellos y en 1305 se produjo el asesinato de Roger de Flor y numerosos almogávares. Esto fue una mala idea para Bizancio porque los mercenarios se volvieron en contra de sus antiguos aliados y desataron lo que se conoce como «la Venganza Catalana», porque se dedicaron a atacar los territorios europeos de Bizancio, lo cual fue un duro golpe para un Imperio en un estado ya delicado.

Además, no se conformaron con esto, los almogávares decidieron asentarse en Grecia y para ello no dudaron en hacerse con el control de los ducados de Atenas y Neopatria en 1311. Aquí estuvieron unas décadas declarándose vasallos del rey de Aragón hasta que en 1381 ofrecieron ambos ducados formalmente al rey de Aragón Pedro IV, el cual los aceptaron. Los controló de manera efectiva pocos años, pero retuvo para sí y sus sucesores los títulos ducales.

La expansión por el Atlántico

Después de Aragón el turno le llegó a Castilla. Mientras que los aragoneses se habían volcado hacia el Mediterráneo, los castellanos lo hicieron hacia el Atlántico, fruto del cual adquirió las Islas Canarias.

La conquista canaria

Las Islas Canarias no estuvieron vinculadas a la Península, a diferencia de lo que pasaba con las Baleares. Cuando se «redescubrieron» en el siglo XIV todavía tardó tiempo en concebirse su conquista. Ésta fue un proceso dilatado en el tiempo ya que se realizó en dos fases conocidas como la señorial y la realenga, las cuales tuvieron lugar durante todo el siglo XV al ser una conquista muy difícil.

En esa primera fase, la conquista de parte de las islas Canarias fue protagonizada por nobles que tomaron la iniciativa propia aunque se declaraban vasallos de los reyes de Castilla. Dentro de este periodo destacaron Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle, quienes conquistaron Lanzarote, El Hierro y Fuerteventura. Pocas décadas después la nobleza castellana consiguió mediante pactos y enlaces hacerse con esas islas e incorporar La Gomera.

La conquista de las demás islas tuvo lugar entre 1478 y 1496 por el impulso de los Reyes Católicos. En estos años consiguieron hacerse con las demás islas de Tenerife, Gran Canaria y La Palma. Esta política de anexión fue un acierto porque el archipiélago sirvió como base para continuar con la gran expansión de España por el Atlántico.

Ir más allá

El 3 de agosto de 1492, tres barcos partieron del puerto de Palos de la Frontera en Huelva. Su objetivo era intentar llegar a Asia yendo hacia el oeste para no tropezarse con los portugueses, quienes habían establecido su propia ruta hacia el este bordeando toda la costa de África. Ese viaje no salió como se esperaba porque, aunque más adelante se llegó a Asia, en ese primer viaje España encontró un nuevo mundo desconocido. Estos acontecimientos quedaron recogidos en los títulos de los reyes españoles como soberanos de las Indias Orientales y Occidentales, y de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano.

La América española

España en América

El 12 de octubre de 1492 aquel viaje que había partido de Palos de la Frontera bajo la dirección de Cristóbal Colón llegó a América. Esto dio comienzo a la conquista de aquellas Indias, pues en un primer momento se pensó que la expedición había sido un éxito por haber llegado supuestamente a Asia. A los pocos años se salió de aquel error al quedar claro que se habían encontrado con un nuevo mundo, pero quedó consagrado el nombre de las Indias Occidentales para hablar de aquel mundo y distinguirlas así de las Indias Orientales, los territorios propiamente asiáticos.

En la titulatura real se emplearon dos expresiones para hacer referencia a América: el ya mencionado de Indias Occidentales, con el cual se hablaba de las islas del Caribe; e Islas y Tierra Firme del Mar Océano, una manera de referirse ya a América, cuyos territorios fueron incorporados a la Corona española por sucesivas generaciones de conquistadores.

El proceso de conquista llevó mucho tiempo por razones tan variadas como la propia extensión y características del territorio a conquistar, la resistencia de las poblaciones indígenas, la capacidad de la propia España para hacer frente no solo a la conquista sino al mantenimiento de esos territorios dentro del Imperio español y garantizar su desarrollo. En este proceso merecen una especial mención Hernán Cortés y Francisco Pizarro, los cuales fueron los encargados de la conquista de los imperios más importantes de aquel continente, el azteca el primero y el inca el segundo.

España en Asia y Oceanía

Aunque España tenía ya todo un continente por delante que explorar, seguía teniendo mucho interés en tener su propia ruta comercial con Asia y Oceanía para conseguir las valiosas especias y que fuera independiente de Portugal. Esta posibilidad quedó inaugurada con el viaje de Magallanes y Elcano, quienes consiguieron llegar a las islas de las que procedían las especias y regresar el segundo a España. Sin embargo, aunque se sabía cómo ir de América y Asia, se tardó en descubrir la ruta para hacer el camino de vuelta.

Ese tornaviaje no se consiguió hasta el año 1565 cuando Alonso de Arellano llegó por primera vez de las islas asiáticas hasta América, una ruta que consagraría definitivamente al llegar meses después Andrés de Urdaneta, quien había acompañado a Miguel de Legazpi en su expedición para conquistar las Filipinas. Esta incorporación permitió a controlar parte de las llamadas Indias Orientales, pues se realizaron nuevas conquistas de otros archipiélagos y se estableció un dominio sobre el Pacífico, el cual pasó a ser durante los siguientes siglos un «lago español».

La herencia Habsburga

Los títulos de los reyes españoles también han conservado un recuerdo de otra Historia, la Historia del Sacro Imperio Romano Germánico, pues también pasaron a ser, gracias en buena medida al emperador Maximiliano I y su hijo Felipe el Hermoso, archiduques de Austria; duques de Borgoña y de Brabante; y condes de Habsburgo, de Flandes y del Tirol.

Estos títulos fueron acumulados por los Habsburgo a lo largo de la Historia. Esta familia había empezado siendo condes de un territorio en Argovia, en la actual Suiza. Sin embargo, gracias a su hábil política se convirtió en una de las familias más importantes dentro del Sacro Imperio al ir acaparando títulos y territorios y llegar a coronar a miembros de la dinastía como emperadores del Sacro Imperio.

Aunque nunca dejaron de llamarse condes de Habsburgo, perdieron su localidad natal en 1415. A cambio de esta pérdida, controlaban otros territorios más importantes, empezando con el archiducado de Austria, que controlaban desde 1278 cuando era solo un ducado.

Otro importante condado que consiguieron fue el del Tirol, que quedó en manos de los Habsburgo en 1363. Sin embargo, el condado se dividió al poco tiempo y no volvería a ser uno solo bajo un único Habsburgo hasta 1490 con Maximiliano I.

El enlace de éste con María de Borgoña permitió a la familia hacerse con uno de los ducados más importantes de Francia, el ducado de Borgoña. Además, el duque borgoñón no sólo controlaba este territorio, también tenía territorios en los Países Bajos, incluyendo el ducado de Brabante desde 1430 gracias a Felipe III; y el condado de Flandes desde 1384 por Felipe II.

La incorporación de los títulos a los reyes de España

Una vez visto este resumen al igual que hicimos con el anterior artículo ahora hay que preguntarse ¿por qué los reyes de España han heredado esta parte de sus títulos?

El rey de España es rey de las Islas Canarias definitivamente a partir de 1496, cuando todo el archipiélago queda en sus manos definitivamente. Es rey de las Indias Orientales y Occidentales, y de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano desde el siglo XVI, cuando se empezaron a usar esos títulos en atención a las conquistas españolas que se hicieron en América y el Pacífico. Es rey de Sicilia gracias a Pedro III, primer rey aragonés de Sicilia en 1282, y Martín I, quien incorporó definitivamente Sicilia a la Corona aragonesa en 1409. Es rey de Nápoles gracias a Alfonso V al conquistar el reino en 1442 y Fernando el Católico porque en 1504 fue reconocido rey por los franceses. Gracias a esto, es también rey de Jerusalén. Es rey de Córcega y Cerdeña desde 1397 al recibir ese título Jaime II de Aragón.

Es archiduque de Austria gracias a Rodolfo I Habsburgo, que se hizo con el ducado en 1278, y al emperador Federico III, que lo elevó a la categoría de archiducado en 1453. Es duque de Borgoña gracias al matrimonio de Maximiliano I y María de Borgoña en 1477. Es duque de Brabante gracias a Felipe III en 1430, cuando lo unió al ducado borgoñón. Es duque de Milán gracias a que Carlos V se lo concedió a su hijo, el futuro Felipe II en 1540. Es duque de Atenas y Neopatria gracias a Pedro IV el Ceremonioso, quien tomó ese título en 1381.

Es conde de Habsburgo gracias a Radbot de Habsburgo en el siglo XI. Es conde de Flandes gracias a que Felipe II en 1384 unió este condado al ducado de Borgoña. Es conde del Tirol porque en 1363 Rodolfo IV se hizo con él y Maximiliano I lo reunificó en 1490.   

Es marqués de Oristán y Gocíano desde que en 1478 Juan II de Aragón se hiciera con ellos.

Conclusión

Al igual que vimos en la anterior ocasión, esos numerosos títulos que usaban los monarcas españoles nos descubren pasajes del pasado de España, e incluso, de manera indirecta, de Europa. Por eso, es importante acercarse también a estos elementos que parecen poco importantes, pero que nos descubren la complejidad del pasado y la mentalidad que había detrás de cada uno de ellos.

Los territorios que estuvieron bajo el dominio de los reyes de España

Para saber mas

Títulos del rey de España: https://casarealdeespana.es/2016/01/27/titulos-del-rey-de-espana/

Aragón y el Mediterráneo: http://www.enciclopedia-aragonesa.com/monograficos/historia/corona_de_aragon1/aragon_mediterraneo.asp

La conquista de las Canarias: https://historiageneral.com/2010/06/04/la-conquista-de-las-islas-canarias/

La América española: http://www.claseshistoria.com/america/colonial-americaespanola.html

Los Habsburgo: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/habsburgo.htm