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Las tensas relaciones entre los estados cristianos y Al-Ándalus solían terminar en conflictos armados que afectaban a la población local, principalmente a la que vivía en la zona fronteriza. La necesidad de estar preparados para estos ataques y responder contribuyó a la aparición de un cuerpo militar que dejó huella en la Historia del Mediterráneo medieval, los almogávares, cuyo grito de guerra aún se recuerda: «Desperta ferro!» (¡Despierta, hierro!).

El origen de esta tropa es incierto aunque se sitúa en los Pirineos. Se trataba de gente sencilla, pastores y montañeses, que tomaban las armas para hacer frente a las incursiones de los musulmanes y hacer razias en tierras andalusíes. Conforme se iba trasladando la frontera, ellos se desplazaban para vivir como mercenarios. Su dureza, su habilidad militar y su lealtad los convierten en un ejército muy apreciado por los reyes cristianos para sus campañas a pesar de su independencia. El origen de su denominación está en el término árabe hispano almuḡáwir, que significaría «el que hace incursiones en tierras de enemigos». Esto es un indicativo de los contactos e influencias que hubo entre ambos mundos, el cristiano y el andalusí, aunque estuvieran enfrentados.

En un primer momento contribuyeron al avance de las fronteras aragonesas. Entre 1229 y 1231 se pusieron al servicio de Jaime I el Conquistador en la conquista de Mallorca, donde actuaron tanto como emisarios del rey como exploradores y guerreros. Bajo el mismo monarca, esta vez entre 1233 y 1245, jugaron un papel destacado en la toma de la taifa de Valencia, durante la cual eran tratados como una tropa de élite al actuar en misiones de reconocimiento y toma de diferentes plazas valencianas. También actuaron a favor de Castilla con Fernando III el Santo en su conquista del Valle del Guadalquivir. Ellos fueron los que consiguieron entrar en Córdoba antes de que llegara el grueso del ejército castellano y estuvieron entre los primeros en asaltar las murallas de Sevilla.

Su actividad no se quedó limitada a la propia Península y sus islas. Estuvieron primero en Tierra Santa ayudando en la defensa de San Juan de Acre, último reducto de los cruzados. También mostraron su habilidad fue en Sicilia. En 1282 los isleños se levantaron contra su rey, Carlos de Anjou, en la rebelión conocida como las Vísperas Sicilianas. En aquel momento el angevino estaba preparando una cruzada contra Constantinopla después de que en 1261 los bizantinos recuperaran su capital y terminaran con el Imperio latino que los cruzados habían fundado allí. Los sicilianos acudieron al rey Pedro III de Aragón, quien se coronó rey de Sicilia.

El conflicto estaba servido porque el papa reaccionó excomulgando a Pedro y todos sus partidarios y nombrando soberano a Carlos de Valois. Es entonces cuando entraron en acción los almogávares, quienes comenzaron su actividad levantando el cerco que los franceses habían puesto en torno a Mesina. Su efectividad quedó demostrada en sucesivos ataques a Malta e Italia y su papel como escoltas de la reina y esposa de Pedro III y sus hijos, Jaime y Federico. También dentro de esta guerra lucharon contra la cruzada francesa que había sido convocada para atacar Gerona y el Rosellón como castigo a Aragón.

La firma de la paz de Caltabellota dejó a los almogávares privados de su forma de vida. Es entonces cuando destacó la figura de un veterano marinero llamado Roger von Blum, más conocido como Roger de Flor. Era hijo de padre alemán y madre italiana. Siendo muy joven ingresó en la Orden del Temple, que se convirtió en su familia. Gracias a su habilidad consiguió ascender dentro de la orden y recibir el encargo de trasladar a las familias cristianas que estaban en Acre a Europa. Se actuación estuvo empañada con la acusación de que no había devuelto a estas familias sus bienes. El resultado de la investigación llevó a su expulsión de los templarios. Convertido en fugitivo, consiguió ponerse al servicio del rey Federico de Sicilia, quien lo protegió y promovió como líder. Muy pronto demostró su capacidad militar durante la guerra que terminó con Caltabellota.

Una cláusula del tratado era el desarmar el ejército del rey de Sicilia, lo cual incluía a los almogávares. Muchos volvieron a la Península, donde su presencia era apreciada por su valentía y habilidad. Incluso llegaron a instalarse en la frontera del reino de Granada para hacer frente a los ataques que venían del lado musulmán y vengarse por éstos, lo que provocaba problemas diplomáticos. Sin embargo, hubo otros que prefirieron quedarse en Sicilia a la espera de una nueva causa por la que luchar. Fue entonces cuando llegó la petición de ayuda por parte del Imperio bizantino.

Mapa Bizancio

Mapa del Imperio Bizantino a finales del siglo XIII. Fuente

Bizancio había dejado muy atrás sus tiempos de mayor gloria y poderío. Por un lado, los turcos no dejaban de expandirse a su costa desde finales del siglo XI, hasta el punto de fundar su propio estado conocido como el Sultanato de Rum, además de otros que aparecieron al irse escindiendo territorios de este reino turco. Además, la conquista y saqueo de Constantinopla en 1204 por la IV Cruzada había sido un golpe tan duro del que la ciudad no había conseguido reponerse todavía, ni siquiera después de que los bizantinos se la arrebataran a los latinos.

En su búsqueda de aliados, los griegos pusieron su vista en la fama que ya tenía los almogávares, y estos mandaron una embajada a Constantinopla a entrevistarse con el entonces basileus o emperador Andrónico II Paleólogo. Ambas partes acordaron el matrimonio de Roger de Flor con una sobrina del emperador llamada María Asanina, hija del zar de Bulgaria Iván Asen III; su nombramiento como megaduque, el título más importante de la flota bizantina; y el pago que habían de recibir, el cual era muy superior al que recibía el ejército griego.

Una vez firmado el pacto, a finales de agosto de 1302 zarpó de Mesina la flota de los almogávares con 22 barcos, 1500 jinetes, 1000 marinos y 4000 almogávares, además de su personal de servicio. A partir de estos momentos fueron conocidos como la Gran Compañía Catalana por el elevado número de catalanes y aragones que participaron, aunque también había de otros territorios. Llegaron primero al puerto de Malvasia, actual Monemvasía, y de aquí se dirigieron a Constantinopla directamente. Allí fueron recibidos calurosamente por el basileus y la población al poner en ellos su esperanza de poner freno a los turcos. Como gesto de su importancia, fueron alojados cerca del palacio imperial de Blaquernas.

Roger de Flor

Entrada de Roger de Flor en Constantinopla. José Moreno Carbonero, 1888. Fuente

Los almogávares mostraron su habilidad y ferocidad en la propia capital al tener u enfrentamiento con los genoveses, quienes tenían una colonia en la ciudad. Cuando los italianos llegaron ante el cuartel de los almogávares, éstos los sorprendieron al salir contra ellos mientras su caballería cortaba la retirada de los genoveses. Sólo Roger pudo evitar que asediaran el barrio italiano.

Después de este suceso había llegado la hora de cumplir con su primer objetivo: romper el asedio al que estaba sometida Filadelfia. Hacia allí se dirigieron en octubre de 1302 los almogávares junto a las tropas bizantinas que les concedió el emperador . Cuando apenas habían llegado, los turcos se retiraron al no poder asaltar las murallas de la ciudad. Ante esta situación los almogávares enviaron algunos exploradores, quienes descubrieron el campamento sin defensa de los turcos. Roger dio la orden de atacarlos por sorpresa al alba y consiguieron una victoria aplastante sin apenas perder hombres. Cuando la noticia llegó a Constantinopla se hicieron grandes festejos pero entonces empezaron los problemas para Roger y su tropa porque era la primera victoria que el bando cristiano conseguía y venía después de que el hijo de Andrónico, el coemperador Miguel IX hubiera sido derrotado por esa misma fuerza turca a pesar de llevar un ejército mayor al de los almogávares.

Con la llegada del invierno, el ejército tuvo que hibernar a la espera de que mejorara el tiempo. Durante esos meses se sucedieron varios incidentes por parte de los almogávares al gastarse todo su dinero y recurrir al robo, entre otras acusaciones que se hicieron en su contra, así como algunas peleas dentro de los líderes de la expedición. A esto se sumaron otros problemas internos con las tropas alanas que el emperador había concedido a Roger, las cuales se retiraron en gran parte después de algunos choques con los almogávares.

Cuando llegó mayo, la Compañía retomó su actividad bélica y se enfrentaron a los turcos en diferentes batallas y escaramuzas, en una de las cuales se encontraron con los futuros otomanos. Uno de los enfrentamientos más importante fue la batalla de Aulax, donde enfrentaron a un numeroso ejército de turcos. La habilidad y la experiencia de los almogávares llevaron a una importante victoria a éstos sin tener apenas bajas en comparación con los que cayeron del otro lado. Además, gracias a esta batalla libraron finalmente a Filadelfia del ataque turco.

No se detuvieron mucho en esta ciudad pues había que continuar con las campañas pero las noticias de los desmanes cometidos por los almogávares llegaban a la capital, provocando un creciente recelo por parte de Andrónico hacia estas tropas. Tampoco mejoró el aprecio hacia ellos cuando Roger recibió refuerzos almogávares desde Sicilia y pudo saquear la ciudad de Éfeso con un gran derramamiento de sangre.

En la primavera de 1304 marcharon hacia la parte oriental de Anatolia. Para ese año la fama de los almogávares era tal que los turcos preferían huir o hacer pequeñas escaramuzas antes que luchar abiertamente contra ellos. Aunque iban tomando ciudades de manos de los turcos, no duraba mucho su libertad después de que los almogávares siguieran su marcha. El siguiente gran enfrentamiento entre ambas partes se produjo el 15 de agosto en 1304 cerca de las Puertas Cilicias, unos pasos montañosos donde un ejército de 30.000 turcos esperaban a los menos de 8.000 almogávares. Nuevamente la pericia de éstos logró una nueva y aplastante victoria con pocas bajas en contraste con los miles de fallecidos por parte de los turcos.

A pesar de que las tropas querían continuar la marcha, Roger ordenó dar la vuelta y volver a la base que habían preparado para reponerse en Magnesia, una ciudad a la que habían mandado sus tesoros custodiados por algunos almogávares y tropas imperiales. Esto fue un error ya que al llegar a la ciudad, Roger vio que sus antiguas tropas se habían sublevado. El líder quiso tomar la ciudad pero no hubo manera de lograrlo. Sólo levantó el sitio cuando el emperador bizantino le pidió que fuera a Tracia para repeler unos ataques de los búlgaros. Roger no volvería a pisar Anatolia.

Traición

El asesinato de Roger de Flor. Fuente

La orden era un engaño porque los bizantinos ya estaban hartos de los almogávares. Éstos, intuyendo el peligro, cruzaron juntos el estrecho que los separaba de Europa y tomaron Galípoli, donde establecieron su cuartel general. Sin embargo, el destino de Roger estaba ya sentenciado. El 30 de abril de 1305 Roger y algunos de sus líderes fueron invitados a un banquete ofrecido por el propio emperador Andrónico. Durante la celebración su hijo Miguel dio la orden a mercenarios alanos que mataran tanto a Roger como a todos los almogávares posibles. El plan tuvo éxito y tanto aquel como muchos de sus hombres fueron asesinados. El emperador dio orden de poner sitio a Galípoli pero la Compañía consiguió repeler el ataque aunque a un precio muy elevado.

Los almogávares estaban furiosos por la traición y desataron lo que se ha llamado como la Venganza catalana. Las escasas tropas consiguieron poner en aprietos a los bizantinos mientras se dedicaban a saquear la región de Tracia principalmente y otras zonas griegas y a esclavizar a la población vencida. Tampoco escaparon del ataque los monjes ortodoxos que vivían en el Monte Athos, que es actualmente un territorio autónomo bajo soberanía griega. El terror que causaron fue tal que con el paso de los siglos el recuerdo de los catalanes era usado como un insulto y para inspirar miedo.

En los años siguientes la Compañía pasó por graves problemas internos al no contar con un líder fuerte y único y por los intereses que las potencias extranjeras tenían sobre ellos. En 1310 los almogávares se pusieron al servicio del duque franco de Atenas para limpiar sus dominios de enemigos. Al no ser pagados según habían acordado, los catalanes atacaron y derrotaron al duque. Se hicieron con su territorio y lo extendieron hacia la región de Tesalia, donde fundaron el ducado de Neopatria. Ambos señoríos fueron tomados en nombre de Aragón y al no ser devueltos a sus antiguos señores, el papa los excomulgó.

Durante las décadas siguientes mantuvieron su dominio sobre Atenas y Neopatria y unieron con la población autóctona. En 1377 el rey de Aragón Pedro IV aceptó los ducados, aunque sólo pudo conservarlos poco más de diez años, tras lo cual desaparecieron al no poder desaparecerlos. Sin embargo, continuó usando ambos títulos así como sus sucesores.

Para entonces, los almogávares habían dejado de existir en el Mediterráneo oriental. En los años que estuvieron en esta parte, ya fuera al servicio de Bizancio como en su contra, dejaron un recuerdo donde se mezclan las victorias imposibles contra enemigos más numerosos que ellos y el terror que provocaron tanto en lo que ahora son Turquía y Grecia.

 

Bibliografía

La Venganza Catalana: https://revistadehistoria.es/la-venganza-catalana/ [Última consulta: 31/05/2019]

Los almogávares: http://www.grandesbatallas.es/almogavares.html [Última consulta: 30/05/2019]

MARTÍNEZ GIL, S.: Los almogávares: el terror de oriente:  https://historiaragon.com/2016/04/09/almogavares-el-terror-de-oriente/ [Última consulta: 31/05/2019]

NORWICH, J.J.: Breve historia de Bizancio. Madrid: Ediciones Cátedra, 2000.

SORIANO BLASCO, G.: Los almogávares: expedición a Oriente: https://archivoshistoria.com/los-almogavares/ [Última consulta: 30/05/2019]