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A la hora de señalar que no hay ningún peligro cerca para algo que se quiere decir o hacer, existe una expresión que dice así: «No hay moros en la costa». Esta frase recuerda unos siglos en los cuales vivir en el litoral era peligroso porque no se sabía cuándo podían aparecer en el horizonte barcos de piratas berberiscos en busca de botín y esclavos que llevar al norte de África. Por eso, en este breve artículo daremos unas pinceladas sobre este fenómeno.

Introducción

Los piratas berberiscos solían ser marineros o agricultores que se ponían al servicio de un capitán con barco propio. No obstante, había una gran variedad de piratas, pues si bien algunos eran locales, otros eran europeos que habían renegado de su fe para dedicarse a la piratería al verlo un negocio muy lucrativo. Partían desde numerosos puertos africanos como Argel, Túnez y Tánger para hacer ataques relámpagos con el fin de saquear y capturar cuanto fuera posible y volver rápidamente a sus puertos seguros.  

Mercado de esclavos de Argel

En numerosas ocasiones contaban con la aprobación de gobernadores locales de ciudades y regiones del norte de África a cambio de una parte del botín o tener preferencia a la hora de comerciar para poder asaltar embarcaciones y localidades enemigas. También esta aprobación podía llegar del propio Imperio otomano, el cual consiguió consolidar su dominio sobre el Mediterráneo oriental y buscó en todo momento extenderlo hacia la parte occidental.

Los ataques berberiscos

España fue uno de los países más perjudicados por estos ataques piratas, tanto por su cercanía con las bases desde las que partían los berberiscos, como por el hecho de que parte de esos piratas eran antiguos andalusíes o descendientes de éstos que habían tenido que irse de la Península Ibérica con la conquista de los Reyes Católicos y contaban, por eso, con conocimientos detallados de las costas y poblaciones. Además, contaban con moriscos residentes que también los ayudaban en sus ataques.

Hubo numerosas localidades costeras que se vieron asaltadas por estos piratas berberiscos, y aunque hubo ocasiones en que consiguieron repelerlas, en otras la victoria se puso de parte de estos últimos. España sintió especialmente los ataques de Jeireddín Barbarroja, en cuyo largo historial se encuentra interceptar varios barcos de la Flota de Indias; los ataques a las costas andaluzas y la destrucción de los puertos de Mallorca y Menorca.

Estos asaltos llegaban a minar la moral de la propia población local, que prefería abandonar sus localidades, como ocurrió con el pueblo valenciano de Cullera, el cual, tras el saqueo del corsario Dragut en 1550, quedó casi despoblado durante décadas. Este abandono de poblaciones y regiones traía graves problemas porque favorecía que los piratas pudieran contar con bases provisionales en la propia Península para continuar con sus ataques.

Respuesta a los ataques

La continua presencia de estos piratas era un quebradero de cabeza para todas las potencias europeas marítimas, de manera que tuvieron que desarrollar una serie de políticas para hacerles frentes, ya fuera reforzando las defensas en las zonas costeras, ya fuera desarrollando una potente armada que pudiera hacer frente a los barcos berberiscas, e incluso yendo a atacar los nidos de piratas en África.

Para la defensa de la costa española, los Reyes Católicos dieron un importante impulso a finales del siglo XV cuando incentivaron la construcción de torres almenaras y castillos de mayor entidad a lo largo de la costa del antiguo reino de Granada, con el fin tanto para avisar de la llegada de los piratas como para tener espacios donde poder resistir su ataque. Este sistema se vio ampliado en el siglo siguiente.

Torre de la Horadada (Alicante)

Tampoco escaparon las costas murciana y valenciana a la necesidad de construir este mismo tipo de sistema defensivo frente a los asaltos berberiscos. Incluso se recurría a la propia población local para que, en caso de necesidad, actuaran como milicia con la que repeler a los piratas.

Las islas Baleares fueron también objeto de atención por sus propias características que las convertían en un objetivo muy vulnerable al ataque de los corsarios. Por eso también se tuvieron que construir fortalezas y torres para impedir, en la medida de lo posible, los asaltos.

Junto a esta política de carácter defensivo, se llevó una ofensiva en el norte de África. Así, a principios del siglo XVI se lanzaron una serie de ataques gracias a los cuales España consiguió hacerse con plazas importantes como Mazalquivir, el Peñón de Vélez de la Gomera y Bugía.

Tampoco podían faltar los enfrentamientos en altamar contra los piratas, lo cual llegaba a ser todo un reto para las armadas cristianas porque estas expediciones podían estar formadas por varias decenas de barcos dirigidas por corsarios de gran habilidad como Aruj Barbarroja, quien provocaba espanto en vida. Por eso, no es de extrañar que se le llegara a dar una gran importancia a las victorias que se conseguían.

Una curiosa respuesta

A la vista del drama que suponía la captura de personas por parte de estos piratas, surgió en la Edad Media española otra respuesta muy distinta a la usual que hemos visto. Un comerciante de origen francés llamado Pedro Nolasco empezó a usar su propio patrimonio para liberar a cautivos cristianos en manos musulmanas. Su proyecto se transformó en 1218 en una orden religiosa dedicada a la Virgen de la Merced y cuyo fin específico era dedicarse a la redención de cautivos sin escatimar recursos, aunque eso requiriera que el fraile se intercambiara con un esclavo si con eso conseguía rescatarlo. Esto recibió el apoyo inicial decisivo del rey de Aragón Jaime I el Conquistador.

Rescate de Cervantes

Esta orden se sumó a otra orden de origen francés fundada dos décadas antes, la de los frailes trinitarios, que también se dedicaba a la redención de cautivos. Ambas religiones tuvieron un importante arraigo en España y se encargaron de protagonizar redenciones de cautivos en el norte de África hasta mediados del siglo XVIII. Gracias a una de ellas se pudo rescatar a tiempo nada menos que al propio Miguel de Cervantes.

Para ampliar

Piratería berberisca: https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373,m,3092&r=ReP-22043-DETALLE_REPORTAJESPADRE

La defensa de las costas mediterráneas: https://armada.defensa.gob.es/archivo/mardigitalrevistas/cuadernosihcn/61cuaderno/cap03.pdf

La piratería berberisca: http://www2.ual.es/ideimand/la-pirateria-berberisca/