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El 13 de septiembre de 1598 moría en El Escorial el rey Felipe II. Dejaba a su heredero, Felipe III, un imperio global con posesiones en todos los continentes conocidos y en el que de verdad se podía decir que nunca se ponía el Sol. Fue uno de los grandes reyes de la Edad Moderna europea y también se convirtió por esto en uno de los grandes representantes de la Leyenda Negra española.

Antes de seguir hay que recordar que por Leyenda Negra se entiende ese conjunto refinado con el paso de los siglos de mitos, exageraciones, descontextualizaciones y deliberadas omisiones que tienen como fin implantar una imagen distorsionada de la Historia de España, una imagen que ha calado tanto fuera como dentro de las fronteras del país. Aunque ha desarrollado una especial predilección por determinados aspectos del pasado y personajes históricos, hoy nos centraremos en la figura de Felipe II.

El origen de esta deformación que existe sobre el monarca parte de los grandes rivales que tuvo el Austria en vida. A nivel internacional los principales contrincantes eran: Inglaterra, Francia y los Países Bajos.

Felipe II y Guillermo de Orange

Estos serán los tres principales focos que alimentarán a nivel internacional la mala imagen de Felipe II, especialmente Guillermo de Orange, el gran líder de la rebelión neerlandesa contra el dominio español. Aunque Guillermo aparece diciendo en el actual himno de los Países que siempre había honrado al rey de España, es decir a Felipe II, no duda en llevar una exitosa campaña de desprestigio con su «Apología» en 1580, el cual fue un gran éxito.

Sin embargo, las críticas no venían únicamente de extranjeros, también los hubo dentro del Imperio español dispuestos a poner al servicio de los enemigos declarados de Felipe II, siendo el más conocido Antonio Pérez del Hierro. Había sido un miembro importante en la corte española, e incluso secretario del Consejo de Estado del rey. Sin embargo, cayó en desgracia y huyó primero a Aragón y luego a Francia e Inglaterra, donde se puso al servicio de los rivales declarados de Felipe II y contribuyó a sembrar una imagen peyorativa del rey.

Después de conocer a algunos de los protagonistas interesados en difundir con gran éxito esa deformación, vamos a ver algunos de los elementos en los que se basaron sus detractores para crear la Leyenda Negra que le rodea.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que el Austria era el soberano del mayor imperio del momento, y se encargó tanto de ampliarlo como de asegurar su dominio sobre los territorios que lo formaban. Eso implicó toda clase de conflictos con sus vecinos, especialmente con aquellos que también estaban en proceso de expansión y reafirmación. Por un lado, Felipe II continuó las luchas con Francia que habían mantenido sus antecesores. Sin embargo, durante su reinado el país galo cayó en crisis internas por la aparición de numerosos grupos protestantes con poder que aspiraban a poner en el trono a un correligionario, de manera que Felipe se veía autorizado para influir en Francia en favor de los católicos, y de sus propios intereses. A pesar de esta debilidad interna, los franceses buscarían su manera de poner a España en su sitio y no dudaron en recurrir incluso a uno de los grandes enemigos del Imperio español, el Imperio otomano, que buscaba afianzar su dominio sobre el Mediterráneo.

Por otro lado, Inglaterra estaba en proceso de expansión, especialmente con el ascenso de Isabel, y no dudó en enfrentarse directamente con España en la Guerra anglo-española, en la que ocurrieron el desastre de la Armada española en 1588 y el de la Contra Armada inglesa en 1589 y que terminó a favor de España. Además, Inglaterra también ayudó en lo posible a los rivales de España en el continente, especialmente a los protestantes al haber abrazado el país el anglicanismo con Enrique VIII.

A estos actores se sumó uno de los territorios del propio Imperio español, los Países Bajos, los cuales no estaban de acuerdo con la forma de gobierno de Felipe II, al que veían como un extranjero y un tirano. Esto llevó al levantamiento de parte de la nobleza y la población, las cuales se convirtieron incluso al calvinismo. Por eso, el propio Felipe llegó a mandar figuras de especial importancia para acabar con la revuelta, siendo el más destacado, y el que por su actuación afianzó la mala imagen de los españoles, el duque de Alba.

Todas estas potencias veían a España como un rival, y aún más después de que Felipe II consiguiera ser nombrado rey de Portugal y todas sus posesiones en 1581. Así, el Austria fue visto y presentado como un tirano y un déspota dispuesto a hacer todo lo posible para mantener a extraños y súbditos sometidos con mano de hierro.  

Una de las facetas en las que más se ha incidido a la hora de hablar sobre Felipe II y que fue vuelta en su contra es que era un hombre muy religioso. Esto lo demostró tanto en su faceta personal como en sus políticas. En el primer caso, era un hombre que encarnaría la Contrarreforma católica a su manera, como mostró defendiendo prácticas especialmente apreciadas en ese momento como el culto de las reliquias.

Felipe II asistiendo a un auto de fe

Pero en donde se ve con claridad esa religiosidad es en la actividad política que llevó. Felipe II tenía una conciencia clara de que era el Rey Católico y, por tanto, debía velar por la integridad y expansión de la fe católica dentro y fuera de su imperio. Por eso se convirtió en un defensor de la doctrina enseñada por Trento y un decidido impulsor de la reforma de las órdenes religiosas, aunque entendiendo la reformade una manera que provocó roces con la propia Roma, la cual tenía su propia visión de cómo había que proceder al respecto.

Para asegurar que esa doctrina era respetada por todo el mundo, dejó que continuara con su actividad una institución que le habían legado sus antecesores en el trono, la Inquisición, hasta el punto de querer su implantación en otros territorios de su imperio. Esto se convirtió en una de las razones que dieron los neerlandeses para rebelarse.

Esta acérrima defensa del catolicismo y la existencia de la Inquisición, pues él tenía claro, como el resto de monarcas del momento, que no podía haber herejes en sus dominios, fueron utilizadas por los enemigos del monarca. Aunque estuvieran de acuerdo con la necesidad de mantener pura la doctrina (ya fuera católica, anglicana o calvinista) y usaran todos los medios disponibles para eso, los rivales de Felipe II e intelectuales posteriores lo presentaron como un fanático religioso que no dudaría en hacer cualquier barbaridad para mantener la pureza de la fe.

Además, esta supuesta intransigencia religiosa sirvió para ocultar la formación que había recibido Felipe durante su juventud y que conservó durante toda su vida, la cual le había hecho apasionado por los libros y el arte.

El príncipe Carlos y el duque de Alba

Uno de los aspectos que también se utilizó para atacar a Felipe II fue su vida privada, pues ofrecía dos alicientes a sus enemigos. Por un lado, el monarca se casó cuatro veces: con María Manuela de Portugal (1543-1545), con quien tuvo a su primer heredero, el príncipe Carlos; con María Tudor (1554-1558); con Isabel de Valois (1559-1568), con quien tuvo a Isabel Clara Eugenia y a Catalina Micaela; y por último con Ana de Austria (1570-1580), con la que tuvo, entre otros hijos que murieron jóvenes, al futuro Felipe III. Por otro lado, está el problema que provocó el príncipe Carlos. Su primer heredero tenía problemas de salud física y mental y una mala relación con su padre. El príncipe al final fue encerrado en sus aposentos y falleció al poco tiempo en 1568 seguramente por culpa de sus trastornos.  

Estos problemas familiares fueron bien aprovechados por Guillermo de Orange, quien gracias a su Apología consiguió introducir de manera perdurable la idea de que Felipe II había llegado a asesinar a su propio hijo y heredero, el príncipe Carlos, aprovechando el secretismo con el que se llevó sus dolencias y muerte. Esta idea será tan popular que se convirtió en argumento incluso de operas como «Don Carlo», de Giuseppe Verdi. También Guillermo introdujo la idea de que Felipe había provocado la muerte de su tercera esposa, Isabel de Valois, para poder casarse con su pariente Ana de Austria.

Los rumores sobre la vida privada del monarca no se quedaron en estas acusaciones de Guillermo de Orange. También se hizo correr la historia de que mantenía una relación con la princesa de Éboli, Ana de Mendoza, con quien incluso habría tenido un hijo, Diego de Silva y Mendoza, cuando la noble estaba casada con Ruy Gómez de Silva. Incluso no hubo reparo en decir que Felipe II mantenía una relación incestuosa con su propia hermana Juana de Austria.

Con todos estos materiales y más se fue creando la figura del Demonio del mediodía, como así lo denominó Voltaire. Felipe II pasó a ser un rey tan fanático religioso como un tirano dispuesto a sojuzgar a todo el mundo, capaz de asesinar a miembros de su propia familia y hacer cualquier cosa para conseguir sus objetivos. Con él España cayó en la barbarie por culpa de la Inquisición, que la dejó atrasada en los campos del conocimiento, de las letras y las ciencias. Y todo esto fue orquestado desde despachos lóbregos y fríos situados en El Escorial, desde donde el austero Felipe lo controlaba todo con extrema severidad y sin concesión alguna a la diversión y lo profano. Finalmente ese déspota recibió el castigo divino de morir por culpa de piojos debido a su falta de higiene.

Esta leyenda ha lastrado la imagen que se tiene de Felipe II en mayor o menor medida, pues quienes la crearon y mantuvieron fueron los que se encargaron de difundir por todo el mundo al conseguir reemplazar a España como país hegemónico en el mundo. Aunque ya se han escrito toda clase de libros y artículos que se encargan de desmontar todos esos mitos y estudiar en profundidad tanto la labor que hizo como la propia figura de Felipe II, todavía sigue pesando esa imagen tan oscura y siniestra que hace que nos resulte impensable que en su reinado apareciera, por ejemplo, por primera vez en las Leyes de Indias la jornada laboral de ocho horas; que España fuera un referente no solamente artístico y literario sino también científico durante el siglo XVI; o que una persona tan profundamente religiosa no tuviera reparos en tener en sus propios aposentos cuadros de temática profana y mitológica.

Para saber más

Víctimas de la Leyenda Negra: Felipe II, el Prudente: https://archivoshistoria.com/victimas-de-la-leyenda-negra-felipe-ii-el-rey-prudente/

La vida privada de Felipe II: https://blogs.ua.es/vidaprivfelipesegundo/

Retratos de Felipe II: http://opusincertumhispanicus.blogspot.com/2018/03/retratos-de-felipe-ii.html

Felipe II en la Leyenda Negra: https://espanaenlahistoria.org/personajes/felipe-ii-en-la-leyenda-negra/

Felipe II era un rey culto (y otros mitos de la Leyenda Negra española), en «Curiosidades de la Historia de España para padres e hijos»: https://amzn.to/3EDG5OQ