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Por Pablo Cassinello

Ya lo sabemos… “Si habla mal de España, es español”. De acuerdo. Pero nuestro eterno discurso derrotista no fue de siempre. A ver quién era el guapo que en plena corte de Felipe II se ponía a hablar de decadencia y malos tiempos… Sin embargo no tengo ninguna duda de que la dinámica actual justifica una y mil veces aquella frase. La educación es fiel reflejo de nuestra fracasada perspectiva. Nunca asistimos a semejante trajín de zopencos y mastuerzos. Yo mismo he comprobado en mi etapa de reportero tribulete cuán lejos puede llevar la ignorancia. Recuerdo avergonzado dirigirme a un joven con el micrófono en ristre para preguntarle por el rostro que exhibía en su camiseta, el de aquel “paladín” de la guerrilla que fue Ernesto “Che” Guevara. Su respuesta me anuló por momentos: “No lo sé pero mola mazo”… Y este es el nivel, Maribel.

En éstas, damos por bueno los estudios e investigaciones realizados por cualquier universidad extranjera que se tercie. Y si el nombre suena muy raro, mejor. Por muy ridículas que resulten las conclusiones nos encanta lanzar al aire conclusiones de universidades e institutos que ni siquiera conocemos. “Un estudio de la Universidad de Massachusets…”, “según conclusiones del Instituto Acme de Kentucky…”, etcétera, etcétera…

Nos da igual la gilipollez de que se trate. Puede ser un estudio de la voracidad de la ardilla roja, el número de vueltas que damos en la cama, las veces que hacemos pis… Lo importante es que lo diga una universidad de nombre impronunciable. Cuanto más lejano sea el origen del estudio, más credibilidad tiene.

Parece mentira que la nación que alumbró al mundo las primeras y más prestigiosas universidades claudique ante la estupidez. Y es que al mismo tiempo que en América iba desenvolviéndose la organización política, lo hacía la organización de la enseñanza, que de nuevo mostró toda la grandeza de la conquista. Los más firmes pilares para la difusión de la educación en América fueron los colegios, algunos de los cuales estuvieron exclusivamente dedicados a los hijos de los jefes indígenas como los de San Pablo (1533) y San Gregorio (1573) en Nueva España. Ya en tiempos de Carlos III funcionaban en Hispanoamérica 56 colegios de estudios mayores. Algunos de estos colegios llegaron a tener tan prestigiosos profesores que en ocasiones tuvieron que abandonar sus labores requeridos para explicar cátedra en alguna universidad.

Las universidades fueron el más elevado exponente de la obra cultural de España en América. En 1551 fue decretada la fundación de las de México y Lima, llegando a ser doce las que funcionaban a fines del siglo XVIII. En 1573 se crea la de Bogotá, la de Guatemala en 1673, la de Córdoba en 1613, etc…  No todas tuvieron el mismo rango. Durante todo el periodo de presencia española figuraron a la cabeza la de México y la de San Marcos, en Lima, que fueron las más concurridas. Gozaron de los mismos privilegios que las españolas e incluso hubo en ellas mayor libertad y tolerancia.

Sépanlo los osados ignorantes que fían sólo en la espada nuestra presencia de siglos. Gracias a los múltiples centros de enseñanza en todos los grados, la cultura española fue lentamente infiltrándose en América. Quizás por eso se haya disparado el afán por destruir las bases de cualquier educación latina e hispana. Y en eso siguen.