Compartir:

Un dicho de toda la vida. Las batallitas del abuelo… Pues resulta que a veces la realidad supera a la ficción y estas batallitas son gloria bendita. De hecho nunca las oí en boca de mi abuelo. Fue a través de mi padre y la inquietud que me creó lo que despertó mi absoluta curiosidad por descubrir aquella increíble historia que rodeaba la vida de mi abuelo.

Ojalá este arranque les haya despertado la curiosidad. La historia lo merece. Para situarse basta con viajar en el tiempo a una de las etapas más dramáticas de España y de nuestros ejércitos. Os hablo del Desastre de Annual, aquel triste episodio vivido en nuestras posesiones de África entre julio y agosto de 1921 que se saldó con la pérdida de 10.000 vidas españolas. Aquella derrota militar fue el resultado de una pacificación errónea y fracasada de unos territorios en lo que se estaba guerreando de manera continua. Y sin duda, para que negarlo, fue también una importante victoria para los rebeldes rifeños comandados por Abd el-Krim.

No estamos ante una sola batalla librada con honor, gloria y disciplina. No… Aquel desastre se produjo a lo largo de quince días en un amplio territorio cercano a la localidad marroquí de Annual, entre Melilla y la bahía de Alhucemas. Y lejos de esos términos de honor, gloria y disciplina estuvo salpicado de multitud de momentos de vergüenza, deshonor e indisciplina… especialmente desde el punto de vista político y de las altas esferas. Pero hubo épica… y mucha. Porque, curiosamente, en mitad de la derrota es cuando se desbordan los gestos más gloriosos.

Mi abuelo, Felipe Cassinello López, era entonces un joven teniente destinado en el norte de África en el Regimiento de Infantería Melilla nº 59. Su compañía estaba al mando del capitán Enrique Amador Asín. En aquellos tiempos de retirada total ante el caos de Annual, él y sus hombres estaban defendiendo una estratégica posición de nombre Dar-Quebdani. Eran apenas unas casuchas pero era la posición más importante de la circunscripción de Kandussi, que comprendía todo el territorio de la cabila de Beni-Said, cabila amiga de España, aunque como bien se vio entonces aquello de la amistad no era garantía de nada. En total habría unos 350 hombres al mando del comandante Rafael Sanz García.

Estaban ya siendo hostigados cuando incluso les llegó una columna de refuerzo desde Melilla al mando del coronel Silverio Araujo, que se dirigía hacia Annual para socorrer a los españoles. Estando en  Dar-Quebdani se enteran de la caída de Annual y reciben órdenes de permanecer  allí. La inquietud se ha apoderado ya de toda la posición…

Y como en casi todas las posiciones españolas en ese territorio se repetía el mismo error, la ausencia de un suministro de agua potable en el interior del recinto. El pozo se encontraba a una distancia de un kilómetro del recinto. Y hasta allí marcha decidida la compañía de mi abuelo, que en seguida que empieza a montar posiciones defensivas empieza a recibir tiros de fusilería sin que pueda enviarse socorro alguno.

Era el 25 de julio de 1921. La situación es cada vez más crítica… Literalmente están friendo a tiros a la guarnición. Las escasas órdenes que llegan hablan de retirada y luego rectifican. La posición está limitada a sus propias fuerzas, aislada y asediada. Se ven arder otras posiciones exteriores mientras lograr entrar algunos efectivos dispersos y fugitivos. El coronel Silverio Araujo Torres, después de haber perdido más de dos tercios de su fuerza y rechazar repetidas insinuaciones de rendición con promesas tentadoras, acuerda finalmente pagar 5.000 pesetas y rendir su fuerza sin disparar un solo tiro al jefe de la cábila. La columna de Dar Quebdani parlamentó y al entregar el armamento comienza a ser aniquilada. De nuevo aquel miserable enemigo faltando a su palabra y haciendo del crimen un brutal ejercicio.

La compañía de mi abuelo, Felipe Cassinello, habían seguido resistiendo entre bajas continuas y un sufrimiento atroz. A ellos llega también esa orden de rendición. Cuando su capitán formaba a sus hombres para capitular, desde el techo de una de aquellas casuchas los hombres allí dispuestos como medida de precaución contemplan el inicio de la masacre que estaba llevando a cabo el enemigo… Cuellos cortados, tiros por la espalda, culatazos… El capitán Amador ordena una defensa a ultranza.

El enemigo les sugiere de nuevo la rendición… Pero allí ya han visto lo que supone la rendición. El fuego se reanudó con una brutalidad feroz. El enemigo tira varios parapetos y se ordena calar bayonetas y cargar contra él para abrirse paso. Pero el moro tira ya desde posiciones muy cómodas… les fusila a placer. Ahí muere el capitán Amador y casi todos aquellos valientes… Mi abuelo cae también sin sentido y es dado por muerto… La orgía de sangre y muerte se desata y los españoles son rematados en el suelo… Todo ha terminado… Y es cuando surge el milagro, el milagro de mi abuelo… Al atardecer y entre una pestilente masa de cadáveres recupera el sentido… Lleva un disparo en el hombro y un bayonetazo… Es como despertarse en el infierno. Dado por muerto había quedado allí tirado… entre sus camaradas. A duras penas se incorpora y comienza a andar en dirección a Melilla en una marcha grotesca. Cuatro días más tarde lo encuentran unos legionarios en la zona de la Mar Chica. Aún vive. Semanas más tarde, cuando la posición de DarQuebdani fue reconquistada, se hallaron 900 cuerpos momificados de los 990 que allí se reunieron…

Mi abuelo fue propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando, aunque finalmente y tras el pertinente juicio contradictorio dicha condecoración fue otorgada exclusiva y merecidamente al capitán Enrique Amador. Cuando volvió a su Almería natal fue recibido con todo el cariño y la gloria de las gentes que le conocían. Mi abuelo, sin embargo, un hombre modesto y noble, nunca hizo de aquello un recuerdo vital ni se prodigó en contar aquel horror. Siguió con su carrera y su familia, aunque apenas quince años después volvió a toparse con un horror aún mayor llamado Guerra Civil. Pero aquella es otra historia, otra historia de mi abuelo, cuya foto con la medalla de Sufrimientos por la Patria encabeza este artículo.  

Libros recomendados sobre África y España

  1. La segunda columna. Lo que dejamos en África, de Editorial Edaf
  2. A cien años de Annual: La Guerra de Marruecos de Desperta Ferro Ediciones
  3. La Guerra De Marruecos. 1907 – 1927: Historia completa de una guerra olvidada de la Esfera de los Libros