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La Inquisición no nació en España

A pesar de lo que piensan la mayoría de los mortales, la Inquisición nació en Francia, en concreto en el Languedoc con el objetivo de sofocar la herejía cátara o albigense. Fue una creación del Vaticano nacida en el Concilio de Verona de 1184 que se extendió por prácticamente por toda Europa con excepción en esos momentos de Gran Bretaña, los países escandinavos y Castilla.

Es en 1478, tres siglos después, cuando el papa Sixto IV dictó la bula “Exigit sinceras devotionis affectus” permitiendo a los Reyes Católicos nombrar inquisidores para Castilla. En este caso la Inquisición se instituyó para acabar con la herejía que llevaban a cabo los judíos convertidos al cristianismo cuando seguían practicando el judaísmo en secreto.

La leyenda negra antiespañola instada por protestantes alemanes, holandeses e ingleses ha conseguido que la existencia de la Inquisición se identifique con España haciendo olvidar que existieron otras inquisiciones que no fueron españolas e incluso fueron protestantes.

La tortura no era una práctica exclusiva de la Inquisición española

En los tiempos que nació la Inquisición existía la absurda idea de que la obtención de una confesión mediante la utilización de la tortura era un método perfectamente válido. Por supuesto, muchos de los procesados confesaban todo tipo de delitos con tal de que les dejaran tranquilos.

La Inquisición católica fuera española o no, lo único que hizo fue actuar como cualquier juzgado civil penal de la época. Al menos, la Inquisición prohibía que a los torturados se les causaran heridas, tenía que estar presente un médico y el sospechoso tenía que ratificar la confesión 24 horas después de haber sido torturado.

La Inquisición española no fue una máquina de matar

Evidentemente la existencia de una sola víctima es algo terrible pero la Inquisición actúo en tiempos en que la comisión de varios tipos de delitos podía conllevar una condena a muerte. Y uno de esos delitos era la herejía tanto si fuera juzgada por tribunales civiles o religiosos. Para nuestros antepasados se trataba de un delito de lesa majestad equiparable a asesinar al rey.

La Inquisición española estuvo vigente de 1478 a 1830. No podemos saber con exactitud cuantas personas fueron ejecutadas como consecuencia de la actividad de la Inquisición pues se han perdido gran parte de los expedientes de las causas que tuvieron lugar de la instauración de Inquisición hasta 1540. Si tenemos datos durante el periodo comprendido entre 1540 y el año 1700: habrían sido ejecutadas el 1,8 por ciento de las personas encausadas, es decir, unas tres mil personas.

Ese número de personas ejecutadas es inferior a cualquier tribunal provincial de justicia de España o de cualquier país de Europa. ´Si se tiene en cuenta que sólo en Francia durante los sucesos que se conocen como “La noche de Bartolomé” se asesinaron a más de quince mil personas en cinco días, las cifras de víctimas de la Inquisición quedan a bastante distancia.

Las españolas no son las nietas de las brujas que no pudisteis quemar

En las manifestaciones neofeministas de nuestros tiempos se suele leer o escuchar lemas como “somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar”. Serán las nietas de las alemanas, de las francesas, de las holandesas, de las inglesas, …, pues la Inquisición española no entró en la paranoia de la persecución de las supuestas brujas y cuando se ocupó de ellas, salvo unos tristes episodios en Navarra, lo hizo para evitar su martirio.

Mientras en los estados que forman hoy la actual Alemania, se ejecutaron a más de veinticinco mil personas acusadas de Brujería, la Inquisición española no llegó a cien. El motivo: el Santo Oficio consideraba que realmente no existía la brujería, que las personas que decían que eran brujas eran personas que o bien mentían o estaban enfermas o locas. Es celebre la frase del inquisidor Alonso de Salazar: “No hubo brujos ni embrujados en el lugar hasta que se comenzó a tratar y hablar de ellos”.

“Museos de la Inquisición”, museos de la mentira.

En varias ciudades de España e Hispanoamérica se pueden visitar los llamados “Museos de la Inquisición”. En esos “museos” se hace creer que los instrumentos que en ellos se exponen han sido utilizados por la Inquisición española consiguiendo que turistas extranjeros y nacionales paguen la entrada gracias al morbo que provoca la leyenda negra sobre la Inquisición.

Ninguno de los instrumentos que se exhiben fueron utilizados por la Inquisición. Todos son burdas falsificaciones que aparecieron en el siglo XIX para ser exhibidos en ferias.

¿Y si fueran auténticos porque no habrían sido utilizados por la Inquisición?

Los métodos de tortura de la Inquisición católica no podían hacer sangre, causar amputaciones y por supuesto, la muerte. Todos los instrumentos de tortura que se exhiben en esos museos causarían, al menos, heridas. La Inquisición sólo empleo tres métodos de tortura: la toca, la garrucha y los cordeles.

La Inquisición no metía al acusado en un sarcófago lleno de pinchos (dama de Hierro), ni arrancaba los senos a las mujeres (arrancasenos), ni los sentaba en sillones propios de faquires hindúes (silla inquisitorial), ni lanzaba su trasero contra una pirámide puntiaguda (cuna de Judas), ni introducía una pera de metal en sus cavidades (pera vaginal), ni aplastaba sus manos (aplastamanos) y por supuesto ni los metía en una olla en forma de toro y los cocía hasta que murieran (toro de Faralis).

¿Era agradable que te procesara la Inquisición? Ni mucho menos. Podía ser algo terrible, pero era una institución de su tiempo y por aquel entonces, en todas partes cocían habas. No existía la tolerancia religiosa en ninguna parte de Europa.

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  1. Siempre tuvimos héroes.
  2. Siempre estuvieron ellas.
  3. La segunda columna. Lo que dejamos en África.
  4. Eso no estaba en mi libro de historia de la Primera República.